lunes, 11 de abril de 2016

Nuevos Ojos de Halcón .... y la extraña carta

Si os acordáis, en el FLORA III habíamos llegado a los 10 caballeros Ojos de Halcón. Desde entonces, dos de ellos han dejado de estar activos en el grupo, por lo tanto aún quedan 4 caballeros para completar los 12 que se mencionaban en el primero de los pergaminos que llegaron a nuestras manos.

Este FLORA era un momento propicio, y que mejor escenario para hacerlo que un fuego de campamento.




Todo el grupo se apretujaba alrededor de la espléndida fogata. Era el momento. Hicimos la entrega de 3 Ojos de Horus o de Halcón a 3 nuevos caballeros. Uno, aún queda en la caja, aún falta por designar el caballero número 12.




También aprovechamos el momento para felicitar a la familia que por su entrega y buen hacer habían ganado el pendón del FLORA V: los DRAGONES.

Y como no, procedimos a leer la misteriosa carta que hallamos en el cofre enterrado bajo el pino.

Os transcribo a continuación su contenido:


"Mi nombre es Antonio Rodríguez "el cartujano". Lo de cartujano es porque nací en una humilde casita junto a la Cartuja de Jeréz de la Frontera. Hace unos años que la mala fortuna y la injusticia social me llevó a convertirme en uno de los bandoleros más conocidos de estos parajes. Mi campo de acción son las sierras de Huelva, Sevilla y Cádiz. Hace unos meses, nuestras expediciones nos llevó hasta Cortegana. Alguien nos había comentado que en su castillo se guardaba un increíble tesoro.  
Asaltamos el castillo y poco oro pudimos encontrar. Algunas monedas y poco más. Lo que sí me traje conmigo fue una extraña llave que hallé junto a un antiguo libro.
Ese fue el inicio de la historia que ha motivado el escrito de esta carta.
Por casualidad, o porque el destino así lo tenía previsto, cuando regresábamos a la Sierra del Aljibe, nos refugiamos en un viejo molino a pasar la noche. El "molino de Andrés", creo que le llamaban.
Hicimos una hoguera y charlábamos relajadamente a su alrededor. Me retiré unos metros para descansar y hubo un detalle que llamó sobremanera mi atención.
En la pared de enfrente de donde me había apoyado, había una puerta con un extraño grabado en su dintel. La imagen me recordaba a algo conocido. Tras unos minutos dubitativo, caí en el origen de  mi recuerdo. El grabado del dintel era la misma figura que tenía la llave que días antes había encontrado en el castillo de Cortegana.
La puerta estaba cerrada.
- ¿La abrirá la extraña llave?, pensé mientras la buscaba en el bolsillo interior de mi chaquetilla.
Así fue, se abrió. La atravesé y cual fue mi sorpresa que de repente me hallaba en medio de un salón, de lo que parecía la Torre Mayor de una fortaleza. 
Sorprendido y aturdido, trataba de poner en orden mis pensamientos. ¿Qué había sucedido? 
- Por fin alguien que nos visita, escuché a mis espaladas. 
Me giré rápidamente y allí observé a una especie de guerrero ataviado de singular ropaje. 
El resto de la historia tendréis que esperar a otro momento para conocerla. 
En este cofre os dejo esta carta (junto a un amuleto del que algún día comprenderéis su significado), como testimonio de que mi desaparición repentina se debe a que he decidido cambiar de vida, ¡de época incluso! 
Quien esté leyendo esta carta seguramente estará buscando mi tesoro más preciado. 
Sabed que ahora vivo en la otra punta de España. En las Merindades de Burgos. 
Sólo he vuelto para dejaros esta carta y alguna muestra del incalculable tesoro que ahora poseo. 
Si alguno decidiese seguir mis pasos, buscadme. Tarde o temprano me encontrareis (o seré yo quien os encuentre). 
Eso sí, lo mismo podéis verme como bandolero, caballero del Temple o pirata en las costas africanas.

Firmado en Alcalá de los Gazules, el día del señor de 1 de abril de 1824.

Antonio Rodríguez (ahora, Capitán Rodríguez).








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